Cuando los padres de Carla me propusieron hacer las fotos de la comunión en una playa me parecio una idea muy buena, ya que son muchos los niños a los que les hice las fotos de comunión fuera del estudio, pero cuando me dijeron que tenian caballos y que los llevarían la idea me entusiasmo.
Llegamos a la playa a atardecer cuando ya casi no quedaba gente, la luz extraordinaria, con unos matices calidos que se fueron transformado a azules según caia la tarde. Se nota cuando los niños crecen en contacto con animales, como los quieren y se puede apreciar como Carla monta sus caballos con una naturalidad de quien vive con ellos. Un trabajo que una vez más hace que disfrute enormemente con esta profesión. Espero que os gusten.